Un colchón incómodo
Dejar de procrastinar, ver la vida fluir, editar, orientar y calendarizar, el ruido mental de no hacer la cama y eso que hace Héctor G. Barnés
«La peor decisión que he tomado en los últimos años es apuntarme a un interesantísimo curso de filosofía que terminó convirtiéndose en otra tarea más. […] Compramos láminas, pero nunca llegamos a enmarcarlas, no digamos ya colgarlas de la pared. Nos atrae la belleza, aún más la posibilidad de poseerla, pero nos deprime la banalidad de tener que instalarla, como si estuviésemos arrastrando lo eterno hacia lo terrenal».
Nunca harás todas esas cosas que deberías hacer mañana (pero está bien), de Héctor G. Barnes.
La misma semana en la que escuché a Milena Busquets decir que nos acostumbramos a dormir en colchones incómodos y que eso no puede ser, leí este artículo de Delia Rodríguez en el que habla de la influencer Christi Newrutzen. En palabras de Rodríguez, «su misión es confesarnos cuánto tiempo ha estado aplazando una tarea, ponerse a ello delante de nuestros ojos y decirnos después cuánto ha tardado».
Tomé la frase de Milena en un sentido literal y me inspiré en Newrutzen para echar una ojeada a todas esas piedras en el zapato domésticas que me rodean. Abrí una nueva nota en el móvil que se titula MI COLCHÓN INCÓMODO donde recojo todas las tareas, trámites, cambios y meditadas adquisiciones que harían de mi día a día algo más placentero. Esta nota se une a otras notas organizacionales tituladas MALETA, PLANES, LIBROS —donde recojo noventa y siete títulos de libros que quiero leer y dieciséis nombres de autores a los que quiero leer más—, DIARIO —donde escribo anotaciones que después desarrollo a mano sobre una Moleskine—, RECETAS, ENTRENAMIENTOS, etc. En MI COLCHÓN INCÓMODO detallo dieciocho pendientes que requieren una mezcla variable de mi tiempo, dinero y energía: arreglar un par de botas, escribir un email, pedir un presupuesto, comprar un tarro para el café…
Llevar una bolsa de ropa vieja y rota al contenedor, por ejemplo, requiere una mínima cantidad de tiempo y muy poca energía (ya lo hice). Otras requieren una cantidad ingente de energía aunque muy poquito tiempo, como cambiar de compañía eléctrica (no lo he hecho). Algunas requieren una mínima inversión de energía pero una considerable inversión de dinero como comprar una cama canapé que despejará de mi mente otro subpunto dentro de mis tareas: organizar la ropa de la siguiente temporada. Terminaré con todos esos colchoncitos incómodos de aquí a final de año porque en mi mente habita un general de infantería germana que contradice al título del artículo de Héctor G. Barnés. Haré todas esas cosas que tengo que hacer.
Eso que hace Héctor G. Barnes
Héctor García Barnés (Madrid, 1985) es jefe de Reportajes del periódico El Confidencial, donde además publica cada fin de semana una columna con perspectiva sociológica sobre nuestros usos y costumbres. Sigue escribiendo de música en revistas como Ruta 66 y en 2022 publicó Futurofobia. Una generación atrapada entre la nostalgia y el apocalipsis (Plaza & Janés).
¿A qué hora suena el despertador (si es que suena)? ¿Qué es lo primero en lo que piensas? ¿Qué desayunas?
Lo tengo puesto (de lunes a jueves) a las 7:50, aunque casi nunca llega a sonar: soy de esa clase de gente que suele despertarse justo antes. Si he trasnochado o estoy cansado y puedo permitirme dormir un poco más, ni lo pongo, pero es raro que se me pase la hora.
Supongo que lo primero en lo que pienso es en alguna chorrada que me esté trastornando en ese momento y cuya gravedad se suavizará con la luz del día, pero mi objetivo en esos primeros minutos es organizar un poco el día. Suena fatal, pero intento visualizar más o menos lo que tengo que hacer teniendo en cuenta que todo va a salir bien. Voy a levantarme, voy a ducharme, desayunaré, llamaré a X, escribiré este artículo que tengo pendiente, iré a la redacción, comeré con Y, saldré, quedaré con Z e intentaré volverme a casa más o menos pronto, con resultados no siempre satisfactorios. Voy a soltar el consejo más repugnantemente Mr. Wonderful que vas a oír: si visualizas cómo quieres que sea tu día, es más probable que tu día termine siendo así.
Suelo desayunar yogurt natural con plátano y granola, que es lo que mejor me sienta, lo que me suele quitar el hambre hasta la hora de la comida, lo que me resulta más fácil de preparar y lo que me facilita no tener que pensar todos los días lo que quiero desayunar.
A partir de ahí, ¿cómo se desarrolla un día normal en tu vida?
Suelo trabajar un poco en casa, empezar a enviar mensajes y hacer alguna llamada si es posible, porque me sirve para estructurar el día. Más tarde (en algún momento entre las 10 y las 11) suelo ir a la redacción (tardo una hora), donde sigo gestionando y escribiendo, como allí (50% tupper, 50% fuera) y me marcho alrededor de las 19 de la tarde. A partir de ahí, que la vida fluya. Soy una persona mañanera así que, por lo general, prefiero escribir por la mañana, aunque como no siempre es posible, después de comer es buen momento (en serio). Eso sí, a partir de las 19 de la tarde cada palabra me cuesta muchísimo más. En esto estoy de acuerdo con aquello de Mark Twain: si tienes que comerte una rana, lo mejor es hacerlo a primera hora de la mañana. Así que siempre intento hacer primero lo más difícil o, sobre todo, lo que más pereza me da.
¿Mi trabajo? Supongo que escribir artículos y gestionar (editar, orientar, calendarizar) lo que otros escriben. Mi espacio de trabajo es bastante minimalista. Algún regalo de gente querida que ha terminado en el escritorio para decorar y poco más. Un boli, un cuaderno, el móvil y los auriculares. Tener libros, folios, revistas, etc., me agobia porque me suena a trabajo pendiente. No se trata tanto de que me distraiga como que me proporciona la misma sensación que salir de casa con la cama sin hacer. Ruido mental.


Cómo, cuándo y dónde cenas.
Aquí es relativamente habitual que cene fuera, o que pique alguna cosa, que no me gusta comer mucho por las noches. Si ceno en casa, como vivo solo, raramente me cocino nada. Un sándwich, embutido, alguna conserva, un poco de picoteo… Un poco aquella cosa de la girl dinner que se sacaron de la manga los guays estadounidenses hace un par de años con algo de fruta para terminar, manzana o mandarinas. Ceno en el salón, viendo algo, seguramente alguna serie corta. Un Larry David o un Bojack Horseman, algo así. Luego, si puedo y tengo tiempo, una peli.
¿Qué haces antes de dormir? Si lees, ves series o pelis: ¿qué estás leyendo o has visto últimamente?
Intento pasar al menos media hora sin mirar el móvil, y como ya estoy cansado, suelo meterme en la cama con un cómic en las manos. Un tebeo clásico de 22 páginas de Marvel es ideal, pero también me sirve un capítulo de un manga o algo por el estilo. Una novela o un ensayo se me caería de las manos. Por lo general, estoy de acuerdo en eso de que la cama solo debería servir para dormir y hacer el amor. Lo importante es desconectar del móvil un rato. Ahora mismo estoy leyendo Rom, el cómic de los años ochenta que acaba de reeditar Panini; supongo que porque encuentro algo acogedor, pero estimulantemente narrativo, en los cómics antiguos. Además me sirve de decompresión de las preocupaciones del mundo real. Nada de apagar la luz dándole vueltas a la cabeza con un marrón sobrevenido a última hora. Mañana será otro día.
¿A qué hora cierras los ojos?
Por lo general, si no he salido de casa, entre la medianoche y las doce y media. No trasnocho mucho si estoy solo en casa porque no tengo problema para dormirme. De hecho, si estoy cansado, prefiero dormir pronto y despertarme cuando me lo pida el cuerpo y leer por la mañana.
¿Qué elementos de tu casa hacen que te sientas como en casa?
Creo que, sobre todo, ver las paredes llenas de estanterías con libros y discos (y alguna que otra película). Libros y discos que he seleccionado yo mismo, que me gustan, que dicen algo sobre mí y que, sobre todo, me ofrecen la posibilidad de levantarme, cogerlos y leerlos o verlos e incluso compartirlos con los invitados. También la decoración, claro, sobre todo los cuadros, pero ¿qué hay más acogedor que invitar a alguien a casa y ponerle un disco que creas que le puede gustar o que encaje con la situación?
Si ahora mismo echas un vistazo a la galería de fotos de tu móvil, ¿qué tipo de fotos se repiten más?
Capturas de pantalla, memes (adaptados por mí o no), vídeos de conciertos. Pero creo que las capturas de pantalla ganan por goleada, tanto para mi propio consumo como porque son una manera fácil de comunicación (“mira esto que he visto por ahí…”), más rápida y fácil que el enlace (¿la gente sigue abriendo enlaces cuando se los mandas? ¿No es un poco de mala educación enviar enlaces sin decir qué son, por qué lo envías…?).
¿Tienes búsquedas recurrentes en Google? Si son confesables, ¿cuáles son?
Creo que las más recurrentes son recetas, la verdad. El resto son el producto de una mente enferma: cosas del trabajo (“Facebook moderadores torre”, “mercaurantes estudio”, “how has theory of planned behaviour been applied”), fútbol (“savinho transfermarkt”), música (“alvilda madrid entradas”)...
Si pudieras elegir, ¿qué eliminarías de tu rutina o qué te gustaría hacer menos? ¿Qué añadirías o qué te gustaría hacer más?
Supongo que lo que decimos todos: hacer más deporte. Me gustaría ir a nadar dos o tres días a la semana, pero no sé cuándo. Pero el hecho de que no habría nada que eliminaría de mi rutina creo que es un síntoma de que no sé por dónde cortar para ponerme a hacer ejercicio. En cuanto al resto de aspectos de mi vida, creo que he llegado a un punto de equilibrio entre el trabajo, mis aficiones, mi vida social y el cuidarse uno mismo y quererse uno mucho bastante aceptable.
Todo el contenido de Eso que haces seguirá siendo gratuito pero si quieres apoyar la creación de la newsletter, aquí tienes un par de opciones.
Me ha encantado como siempre leer una rutina más, siempre es interesante ver cómo una persona decide o puede pasar su día a día. Y gracias también por el recordatorio inicial de lo importante que es hacer tareas pendientes, tengo una lista con varias que espero también destacar a lo largo de este año. También me ha gustado mucho leer cómo se organizan algunas de las listas de tu móvil. En resumen, siempre es un placer recibir una de tus cartas :)
Hace mucho que Héctor G. Barnés se convirtió en mi columnista de cabecera. El único que me planteo leer todos los fines de semana (en realidad lo leo el lunes al llegar al trabajo). Me ha gustado mucho descubrir sus rutinas, es un crack.