Una mirilla virtual
Los invitados de la vida, Guerriero, Cusk, Martín Gaite y Steiner, eventos culturales, abandonar la toga, mantener los marcadores de energía y eso que hace Violeta Dávila

Encontrarán en TikTok millones de vídeos bajo los hashtags #myday, #myjourney y otros similares. Tras esa mirilla virtual verán a muchas personas que se levantan de madrugada, hacen la cama sin haber ventilado la habitación, desayunan cosas que gritan trastorno alimenticio, beben agua en un termo Stanley y escriben en su diario rodeados por muebles blancos brillantes.
Alejen todo eso de mí.
Quisiera encontrar más vídeos como los de esta alegre y resolutiva inglesa a la que empecé a seguir la semana pasada. Su casa es la antítesis de un psiquiátrico blancuzco y ella parece saber disfrutar de un presente que no va a volver.
Hace unos meses empecé a seguir a este otro chico. La mayoría de sus jornadas son muy solitarias pero él parece haber encontrado una vida que le encaja. Se prepara para un Ironman, va a trabajar, cocina a diario, la casa parece limpia y termina sus días leyendo bajo luces tenues.
A veces cuenta que dejó atrás una vida de fiestas y alcohol. Quizás estemos ante un caso de fascismo del cuerpo. Hace poco se viralizó uno de sus vídeos en Twitter. Leí a alguien que decía que este modo de vida reproduce el estado de las cosas, que viviendo así no te cuestionas la realidad en la que vives y que el capital nos reduce a instrumentos de reproducción de sí mismo. Es probable que esa persona tenga razón pero me hizo recordar esta imagen de Jemima Kirke:
Si yo hubiese grabado uno de estos vídeos hace un par de sábados, se me vería a las 5 de la mañana dando el pecho (y a las 6, a las 7 y a las 8.30). A las 9.00 llevando a una sonriente humana de 58 centímetros a la cocina. Preparando el desayuno, relatando en alto mis pasos («¡Esto es una naranja!»). Se me vería desayunando un café, un zumo y dos tostadas. Encendiendo la tele y viendo a una familia reformar un castillo. Tirando a la basura los tulipanes que ya estaban deshaciéndose.
Se me vería echando una siesta en el sofá. Recogiendo la cocina mientras escucho a Punzadas. Comiendo un kiwi medio pocho y leyendo este artículo de Leila Guerriero: «En un rato escucharé el sonido de la puerta de entrada del edificio y sabré que es él por su forma de abrir, de cerrar, de llamar el ascensor, por la pausa breve y exacta que produce antes de presionar el botón de nuestro piso. Y entonces veré, después de tanto y tanto, al hombre con quien vivo. No habrá regalos, ni euforia, ni gritos. Él será el mismo y, a la vez, un extraño».
Después de la ducha, se nos vería abrazando a Marta en la calle. Tomando algo en una terraza y charlando sobre el sutil mecanismo que hace que una amistad surja. Conocemos a personas de mismos gustos, mismo recorrido vital y edad similar pero de quienes nos separa una membrana de cristal que nunca llegará a romperse. Se nos vería hablar, también, de los excesos de confianza.
Se nos vería volviendo a casa y una vez en ella leer en papel la entrevista que hizo Andrea Toribio a Rachel Cusk en S Moda: «Un libro no es una pintura. Un libro no puede ser abstracto. Un libro no puede ser silencioso, estático, icónico. El libro mercantiliza lo mejor y lo peor de los seres humanos, además de ser un objeto tan imperfecto como lo somos nosotros mismos, porque también participa en todos los sistemas de creencias, prejuicios y delirios existentes. Un libro es un río que lleva consigo todo. Pero lo que un libro consigue es retener algunas cosas durante un periodo de tiempo en la vida de un lector. Por eso sé que si escribo un libro como el que escribí sobre la maternidad hace 24 años, sé que todavía se está leyendo, que hay mujeres que siguen teniendo bebés y que leen ese libro». Con un bebé en brazos, añadiendo Desfile a la larguísima lista que tengo escrita en notas del móvil titulada «Libros que quiero leer».
Se me vería comiendo un guiso de carne con mi marido y acompañando el café descafeinado de unas pastas compradas en la panadería esa misma mañana. Se me vería haciendo dos llamadas de teléfono mientras paseo por el piso y al rato bajar la basura mientras escucho el audio de una amiga que empieza así: «¿Tú sabes cuando estás en un tiovivo y te quieres bajar porque tienes ganas de vomitar pero el señor de la feria no para la atracción? Esa es mi vida últimamente».
Se me vería cenar un bocadillo de jamón, tomate y aceite y acabar el día leyendo Leonard y Hungry Paul en la cama: «Grace sabía que Andrew habría acabado llevando una vida feliz independientemente de cómo hubieran salido las cosas entre ellos, y eso era una liberación. Le atraía no tener cargas de más por estar con él, poder cuidar de sí misma dentro de la relación». Se me vería apagando la luz (con la esperanza de poder dormir tres horas seguidas).
Eso que hace Violeta Dávila

Violeta Dávila nació en Cádiz hace muchos años. Su padre siempre le contó que empezó a leer a los tres años con cómics de El Quijote. Esto podría haber acabado mal, pero lo cierto es que su amor por los libros es el rasgo que más define su identidad. Estudio Derecho porque le parecía una carrera muy de libros, muy de los clásicos, y porque era muy reivindicativa desde pequeña. Ejerció la abogacía por más una década. Dejo la toga —no le favorecía tanto, todo sea dicho— por la gestión cultural y junto a su mejor amiga Patricia fundó hace ahora 10 años Cooltural Plans, donde han realizado más de 200 encuentros con los protagonistas de la cultura y la actualidad. Después, fundó con una tercera socia (Cristina) Becooltural, una agencia creativa especializada en gestión cultural y comunicación. Y ahí siguen… por ahora.
¿A qué hora suena el despertador (si es que suena)?
Sonar suena, pero me coge despierta, tengo el despertador dentro. Lo primero que pienso suele ser en lo que me espera, en si tengo un día apetecible por delante o todo lo contrario.
Desayuno siempre menos de lo que me gustaría —me encanta desayunar—. A veces tostadas, o cuando tengo que compensar excesos (que suele ser siempre) un bol de yogur con fruta y nueces.
¿Cómo se desarrolla un día normal en tu vida?
Trabajo en una agencia de gestión cultural y comunicación. La verdad es que ningún día se parece al anterior. Un día organizas un festival de literatura, o un encuentro con escritores, al día siguiente estás pensando en la estrategia de comunicación de una marca de real estate.
Nuestra oficina está en el Utopicus de Principe de Vergara. Me encanta trabajar en un coworking. Es precioso, está super equipado, y hemos conocido a un montón de gente de distintos sectores y de otros países. Hay muy buen ambiente. A veces pensamos en cogernos una oficina convencional, pero lo que tenemos ahora es bastante imbatible.
Cómo, cuándo y dónde cenas.
Intento cenar con mis hijos, en casa. Suele ser el momento en el que me cuentan que tal el día. Soy muy centro europea en los horarios de comida. Lo de comer, cenar, tan tarde lo llevo mal.
¿Qué haces antes de dormir? Si lees, ves series o pelis: ¿qué estás leyendo o has visto últimamente?
Cuando acuesto a los niños me suelo ir a la cama a leer. No suelo ver pelis ni series. Las veo y me encantan, y sobre todo lo hago como un acto conyugal, pero prefiero leer. La última serie que me ha gustado muchísimo es Querer.
Siempre estoy leyendo unos cuantos libros a la vez, ahora mismo estoy con: Caperucita en Manhattan de Carmen Martin Gaite, que es la lectura de este mes de mi club de lectura; Los nombres de Feliza de Juan Gabriel Vasquez y A mí no me ha pasado nada de Ana Marcos.
¿A qué hora cierras los ojos?
Entre las 11 y las 12, depende del agotamiento.
Qué elementos de tu casa hacen que te sientas como en casa.
George Steiner, al que admiro muchísimo, decía que somos los invitados de la vida y que como buenos invitados hay que tener siempre el equipaje preparado para partir. Pero yo estoy muy apegada a mis cosas, son una extensión de mi memoria. Nuestra casa está llena de libros, recuerdos de viajes, muebles heredados y alguna obra de arte de amigos a los que admiro. Pero lo que me hace realmente sentirme en casa es el sillón donde leo.
Si ahora mismo echas un vistazo a la galería de fotos de tu móvil, ¿qué tipo de fotos se repiten más?
Lo que más se repite son pantallazos de cosas que he visto en redes, citas o fragmentos de libros.
¿Tienes búsquedas recurrentes en Google? Si son confesables, ¿cuáles son?
Lo utilizo constantemente. Soy muy curiosa, así que todo lo que te puedes imaginar. Aunque ahora también alterno Google con ChatGPT pero me fio más de Google, porque el ChatGPT te las cuela y hay que verificar.
Si pudieras elegir, ¿qué eliminarías de tu rutina? ¿Qué añadirías?
Odio las reuniones por Zoom, Teams, etc. Siento como va bajando mi marcador de energía como en un videojuego. Me gustaría tener más horas en el día, y poder hacer ejercicio de forma más regular. Pero tengo tres hijos, y no me cabe una obligación más en la agenda.
Soy argentina e intuyo mayor que Uds (ojo! No me pesa). Mi día termina con una/s buena/s lectura/s después de cenar y ver alguna serie policial. Soy profe de inglés y narradora. Intento escribir. Mis chicos ya volaron del nido. Me encantó leer el post
Confieso que flipa la cuenta del chico que se prepara para el ironman, entrenando 3 veces al día y trabajando 8 horas. Como lo hace? 🤦🏻♀️
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